
Pero entonces llegó él. El miedo. Y tanto tú como yo fuimos incapaces de enfrentarnos a él. Primero se apoderó de ti. Te invadió por completo. Intentaste luchar, intentaste seguir adelante, pero él fue más fuerte. Yo lo vi venir. Él y yo somos viejos enemigos. Supe exactamente lo que te estaba pasando. Pero el miedo también pudo conmigo. Sacó lo peor de mí. Me convirtió en una persona a la que odio. Así que renuncié. Renuncié a seguir luchando. Y te dejé ir. Y también tú me dejaste ir.
A menudo se vuelven a cruzar nuestros caminos. El miedo finalmente consiguió su objetivo y desapareció de nuestras vidas. Ahora te veo como uno más, un amigo, un conocido, alguien de confianza. Ya no te veo como lo que pudiste llegar a ser... Pero entonces ayer me dijiste algo. Y ese algo desató una tormenta en mi interior. No fue lo que dijiste, fue lo que conllevaba, fue el recuerdo de tiempos casi felices. Tus besos, el roce de tu piel, tu olor... la sensación de empezar algo nuevo, algo que tal vez saldría bien. Todo eso volvió a resurgir ayer. Todo eso y más. Sé que también tú lo sentiste. Podríamos haber sido felices, podrías haber sido tú...
¿Y si te doy otra oportunidad?
1 comentario:
Nos empeñamos, en pensar demasiado y entonces lo estropeamos... Esa historia que podría haber sido algo más. Nos obsesionamos, e interpretamos cosas que tal vez no son reales, y el miedo nos inunda... primero a uno, y luego al otro.
Yo creo que deberías no pensar y lo que pase, pasara, sin más, sin preguntas, sin nombres... solo déjate llevar
Publicar un comentario