Mañana es el gran día. Mañana me examino, por segunda vez en mi vida, de la asignatura más temida, con el profesor más temido. Es importante para mí. Sé que si lo consigo, me quitaré de encima un peso enorme, algo que llevo arrastrando desde hace años. Y sin embargo...
Sin embargo aquí estoy yo. Incapaz de concentrarme, incapaz de estudiar. TODO es más interesante que las 106 hojas que tengo antes mí. 106. Lo sé, están numeradas. Lo sé, las he contado. Lo sé, las he leído varias veces. Ni así.
En junio fui decidida al examen. Estudié. Bastante. Me lo sabía. Entré en el aula. Me senté. Saqué mis bolígrafos. Pero cuando el profesor me dio la hoja, hoja que leí y releí, cuando al fin mi cuerpo me respondió, huí. Salí de allí sin mirar atrás.
Y aquí estoy, de nuevo, ante estas palabras tantas veces repetidas, incapaz de simplemente leerlas. Siento un bloqueo interior, un rechazo hacia todo lo relativo a la asignatura, algo que me impide seguir adelante y decir: "Al fin libre!"
Mañana será mi liberación. Al menos hasta el año que viene. Es un momento a la vez ansiado y temido. Temido porque mañana ya no habrá vuelta atrás. Ojalá estuviera siempre tan sonriente, tan confiada. Pero mañana es el día decisivo. Y sé que no superaré la prueba. Sé que un año más, tendré el lastre conmigo, que me seguirá a cada paso que dé, del que nunca podré deshacerme...