lunes, 27 de agosto de 2007

Gossip


Lanzas tus palabras como si fueran puñales. Pretendes hacerme daño, quieres hundirme. Pero tus flechas envenenadas no me alcanzan. Sólo provocan heridas superficiales, heridas a las que cada vez soy más resistente. Y finalmente eres tú quien se esfuerza en vano, eres tú quien malgasta tiempo y energías intentando convencerme de que no soy nada, de que la gente que me rodea no es nada, de que vales más que yo. ¿Y no será que necesitas convencerte a ti misma?

No lo entiendo. Tanta envidia, tanta rabia acumulada. ¿Cómo puedes vivir así? Siempre pensando de qué nueva manera herirme, a mí o a esa persona que es la persona más importante que hay en mi vida. ¿No te cansas? ¿No te corroe todo ese rencor?

Sé que la vida no siempre te ha tratado bien. Has sufrido mucho para tan corta edad, tal vez demasiado. Pero eso no te excusa. También yo he vivido cosas que no deberían vivirse. También a mí me cuesta encontrar mi camino en esta vida. Y no entiendo por qué hacerlo todo más difícil difamando a los demás. No hay nada más fácil que llevarse bien. Pero si tú eliges el camino del rencor, no puedo decirte nada más, sólo me queda mantenerme alejada de ti. Pero te diré una última cosa: a veces las serpientes también se muerden la lengua...

1 comentario:

Anónimo dijo...

La envidia, es tan solo el disfraz bajo el que se ocultan los miedos de las personas que son incapaces de vivir, es por tanto simple impotencia descargada mediante palabras necias. En su caso creo que es por que tú posees algo que desgraciadamente ella no tiene y querría.